lunes, 3 de agosto de 2015

La comida y tus emociones.

El problema al que me he enfrentado toda mi vida es mi bajo peso; de hecho nací con bajo peso, esto provoco que mi ritmo cardíaco estuviera disminuido y además nací con ictericia (piel amarilla) debido a que la bilirrubina estaba muy elevada. Los médicos recomendaron a mi madre, darme baños de sol todos los días tres veces al día.

Seguí creciendo con bajo peso, siempre fui una niña melindrosa, muchas comidas no me gustaban y solo comía lo que realmente me agradaba, creo que muchas madres tienen esos problemas con sus hijos pequeños. 

A los 8 años por circunstancias ajenas a mi entendimiento me fui a vivir con mi abuela paterna, ella era una mujer muy bajita de estatura, pero muy estricta, sobre todo en las cuestiones de la alimentación; ella es de las personas que piensa que un niño gordo es un niño saludable, obviamente con mi bajo peso, yo le parecía una niña enferma. 

Todos los día a la hora de cada comida era un martirio para mi, ya que mi abuela siempre se caracterizo por servir platos muy bastos a sus invitados o familiares, lógicamente yo no era la excepción; me servia demasiado y además hacia guisados que no me gustaban. A la mesa nos sentábamos alrededor de 5 personas, y todos comenzábamos a comer al mismo tiempo; sin embargo, yo siempre era la última en levantarme, siempre con lagrimas en los ojos; de verdad era un martirio. Aun recuerdo aquel pollo en pipían, simplemente no podía pasar cada bocado. Mi abuela tiene una voz muy fuerte pero muy aguda y ella siempre sentada a mi lado viéndome comer, golpeaba en la mesa y repetía cada cinco minutos -¡Anda come, come, no te veo mover la boca, de aquí no te levantas hasta que vea el plato limpio!

Y era verdad, no me dejaba levantar hasta que el plato quedara limpio. Siempre tenia esa sensación de arqueo por las ganas de vomitar, no me cabían los bocados, no podía terminar todo ese volumen de comida que me servia. Cuanto sufrimiento!

Además constantemente repetía:

-Estas muy flaca!
-Mira que seca estas!
-Pareces enferma, aprende a Chuchita, ella esta muy linda con sus cachetitos rellenitos!

Todos los días la escuche repetir las mismas palabras, todos los días!

Viví con ella durante un largo y atormentador año, posteriormente regrese a vivir con mamá, ella trabajaba y casi todo el día me quedaba sola, obviamente nadie vigilaba mi forma de comer (muy escasa), a los 12 años pesaba 21 kilogramos, es el peso de una niña de 6 años. Por su puesto eso se traduce en problemas de salud actuales; por ejemplo, padezco hipotensión (presión arterial baja), con facilidad me da hipoglucemia (niveles bajos de glucosa). Cuando estudiaba la universidad constantemente sufría desmayos debido a los malpasos y a mi bajo peso.

Si constantemente me malpaso, empiezan los episodios de anorexia (perdida de apetito) totalmente involuntario, debo aclarar que jamás me a gustado ser tan delgada, siempre he soñado con tener un poco más de volumen corporal.

Cuando curso con esos episodios de anorexia yo tengo que luchar contra esa falta de apetito obviamente por que deseo pesar mas. ¿Que pasa por mi mente? Mientras estoy comiendo, en el quinto bocado siento claramente como mi cerebro se bloquea y simplemente no puedo dar un bocado más, por que me siento satisfecha, es esa misma sensación y sentimiento de cuando mi abuela me decía con su voz ta aguda -¡Anda come, come, no te veo mover la boca, de aquí no te levantas hasta que vea el plato limpio!- algo dentro de mi dice "ya no quiero, ya no quiero" ¿Cual es la diferencia? Que ahora yo tengo el control, ahora yo soy quien decide en que momento parar de comer, y por esa razón aunque pudiera comer más, simplemente digo ya estoy satisfecha, y eso no me ayuda lógicamente, por que puedo seguir perdiendo peso. Mido 1.63 mts y he llegado a pesar 45 kilogramos en la universidad pesaba 43 kilogramos.

Como Nutrióloga se que tan importante es tener una buena alimentación, comer a tus horas y el tipo de alimentos más adecuados para cada persona y para cada circunstancia. Por eso sigo en la lucha, en contra de esas emociones que viví cuando era niña y hoy simplemente me obligo a comer más, a probar alimentos nuevos, para ser honesta, mi abuela estaba haciendo un buen trabajo; sin embargo en mi mente ese episodio de mi vida no deja de ser traumático, y eso ha hecho difícil el proceso.

Para algunos tal vez es una tontería, pero para quien lo vive es algo más complejo.

Una persona con bajo peso sufre más o igual que una persona que desea con todo su corazón bajar de peso; eso sí, intentar subir de peso es mucho más caro económicamente hablando, que intentar que alguien baje de peso. Como muchos de ustedes sigo en la lucha. 

No soy anorexica, quiero un peso saludable, simplemente mi mente me traiciona y me lleva a ese año el cual yo lo he calificado como tormentoso. 

Las emociones o sentimientos son parte de nuestra vida diaria, estos funcionan como un impulso para poder seguir adelante y enfrentar nuestros problemas. Así como yo, existen muchas personas que dejan que sus emociones o problemas emocionales sean lo que manipule su forma de comer, existen pacientes que en su infancia se enfrentaron a las criticas por ser obesos, tuvieron la tía, la hermana o la vecina que decía: 

-Que gorda estas!
-Aprende a tu hermana, ella si esta bonita por que es delgadita!
-Comes como marrano! (yo misma he escuchado decir esto a los niños)
-Si no adelgazas vas a quedarte sola
-Los gordos son los chistosos del grupo

Podría enlistar un millón de frases que yo misma he escuchado o que mis pacientes me han comentado con lagrimas en los ojos.

En ocasiones las personas pueden llegar a ser muy crueles o simplemente no logran vislumbrar el daño que le pueden ocasionar a otros con esas palabras que hirien.

Sin embargo, aunque se sufre por todo eso, y se quiere salir de este circulo vicioso, las personas no encuentran la fuerza, la motivación o el impulso para salir de esa telaraña mental, y por eso existe las frases de "soy un gordito feliz" "el que me quiera, que me quiera como soy" entre otras, que no son mas que un muro para ocultar que no somos felices con nuestra apariencia y con nuestra forma de comer, no son mas que un grito desesperado, y realmente lo que se quiere decir es "!ayúdame, ya no quiero continuar así¡".

Te puedo decir que existen muchas circunstancias que nos conducen a dirigirnos a nuestra alacena a buscar comida sin siquiera tener apetito. Y tenemos que aprender a distinguir hambre de que tenemos; hambre de amor, hambre de compañía, hambre de aceptación. También tenemos que aprender a distinguir si es sed, ansiedad, tristeza, enojo, un grito desesperado por estar en una relación que nos daña, el intento por superar una perdida o cerrar una herida de abuso, cualquiera que sea la causa debe ser atendida.


Cuando logremos distinguir la razón, podremos modular nuestra forma de comer, podremos escoger mejor el tipo de alimentos y también podremos escoger el estilo de vida que deseamos llevar y que es mas saludable para nosotros.

Para ser honesta antes no me aceptaba con mi cuerpo, como te he contado siempre he sido muy delgada, pero te aseguro que el día de hoy me veo como una mujer hermosa que simplemente tiene que tener más disciplina para alimentarse y al igual que todo el mundo debo ejercitarme, y realizar actividades que enriquezcan mi espíritu y mi mente.

Tengo una paciente que no podía dejar los chocolates, ya que estos le causaban una gran sensación de bienestar, ella relacionaba los chocolates con su padre y lo feliz que era cuando vivía, él se la llevaba a escondidas de su madre y le compraba chocolates, se los comían juntos en un parque, obviamente fue una gran perdida para ella ya que su padre lo era todo en su vida. El comer chocolates la hace sentir cerca de el; sin embargo esta situación la condujo a una obesidad de tercer grado, tenia una circunferencia de cintura lo suficientemente grande para decirte que en cualquier momento podría caer al suelo debido a un infarto y morir o quedar incapacitada de por vida; su situación era realmente delicada, ya que además su colesterol, trigliceridos y presión arterial estaban realmente elevados. Ella sigue en esa lucha constante por bajar de peso y te aseguro que va por buen camino.

Quiero que te des cuenta como nuestras emociones influyen de gran manera en nuestra forma de vivir y en nuestro estilo de vida; pero sobre todo en nuestra forma de comer.

No solo se trata de estar delgados, se trata de tener salud física y mental, se trata de que nada y mucho menos cuestiones pasadas dominen nuestra mente a tal grado de atentar contra nuestra vida, es tan malo estar flaco como estar gordo, debemos encontrar un equilibrio y este equilibrio nos dará salud en todos los sentidos.

Seguramente si yo no fuera Nutrióloga, el día de hoy esa historia que acabo de contarte estaría dominando mi vida, seguramente no sabría como enfrentarme a la comida, como obligarme a probar bocados nuevos.

Lo primero que debemos hacer es aceptarnos, amarnos y respetarnos como seres humanos, pero no por decir "yo me amo", voy a poner en riesgo mi vida mermando mi salud, si ya me provoque una obesidad o en mi caso un bajo peso, debo pedir ayuda, debo acudir con las personas que realmente pueden ayudarme a salir del problema; Psicólogo, Psiquiatra, Endocrinólogo, Médico Internista, Nutriólogo; infinidad de profesionales que pueden ayudarte.

Busca, pide, acude, pero emerge de esas emociones que tienen tu cuerpo y mente enfermos. No te mofes de tu cuerpo ni permitas que otros lo hagan, respetate!

Espero que esta breve historia te ayude a despertar y te decidas a buscar la ayuda que necesitas, no te conformes por el hecho de haber permanecido en esa situación por años (cualquiera que sea).




Indyra Hernández
Tu Nutrióloga de cabecera



https://www.facebook.com/tunutriologadecabecera






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